domingo, 9 de septiembre de 2012

¿Están en peligro nuestras cocinas tradicionales?

El Ministerio de Cultura de Colombia considera que “de no desarrollarse procesos de identificación y salvaguardia de la cultura culinaria de nuestro país, estos importantes saberes estarían en su mayoría ante la grave amenaza de desaparecer”. Factores como la fragilidad en la conservación y la sobreexplotación de muchos de sus ingredientes, así como las constantes transformaciones propias del mundo actual que estimulan la homogenización de ciertos productos para el mercado global y la expansión de un comensal solitario, apurado y poco exigente pueden incidir en su desaparición. Pero quizás una de las amenazas más extendidas es la poca valoración que tenemos de nuestras cocinas regionales.

En ese sentido fue muy estimulante participar como jurado en la pasada convocatoria del ente oficial para el Premio Nacional a las Cocinas Tradicionales de Colombia. Este evento permitió reunir a cocineros portadores de la tradición culinaria de las distintas regiones del país, cocineros profesionales, estudiosos de las ciencias sociales y de la biodiversidad que se vincularon con recetas de sus regiones. Nuestra experiencia al interactuar con los participantes al lado de reconocidos investigadores como el distinguido profesor venezolano José Rafael Lovera, una autoridad en la historia de la alimentación, y del antropólogo colombiano Ramiro Delgado, riguroso investigador de nuestros sistemas culinarios, nos dejó valiosas lecciones.

Una de ellas es que sería conveniente que jóvenes y viejos cocineros tengan claras las diferencias existentes entre los conceptos de cocina y gastronomía y no los intercambien de manera indolente. Ha dicho el escritor peruano Fernando Iwasaki una frase quizás controvertible pero que nos puede servir de referente para la discusión: “Existe la cocina peruana, pero ello no implica que exista una gastronomía peruana, porque la gastronomía supone una tradición literaria, una sensibilidad cultural y la historia de esa sensibilidad. De hecho, la relación que hay entre cocina y gastronomía es la misma que encontramos entre erotismo y sexualidad. La sexualidad puede existir sin el erotismo, pero el erotismo precisa de la sexualidad”

Otra experiencia frecuente es la de la comida presentada como escenario de teatro. En ella la mesa está decorada en exceso con diversas clases de objetos que buscan crear efectos visuales de manera que da miedo hasta degustarla por no dañar la muy barroca decoración. No debe olvidarse que el arte culinario consiste principalmente en halagar el paladar y que la comida se defiende y habla por sí misma. Por último, algunos cocineros quieren colocar en un plato lo que cabria en una enciclopedia empleando un alud de ingredientes y combinaciones superfluas en una presentación que desconcierta el gusto y que solo es comparable a una alocada coreografía. Ellos, como afirmó el profesor Lovera, deben recordar la vieja frase de Voltaire "El secreto de aburrir a la gente consiste en decirlo todo."

Eventos como el Premio Nacional a las Cocinas Tradicionales Colombianas son un primer paso para socializar y dar a conocer la riqueza culinaria del país por medio de la enseñanza de sus recetas. En realidad la principal y optimista conclusión es que tenemos riquísima cocinas regionales que deben ser valoradas. Algunas de ellas basadas en rituales, creencias, ontologías y calendarios que otorgan sentidos específicos a ciertos alimentos que están en constante reproducción. Como ha dicho David Le Breton en su obra El sabor del mundo (2009) el mejor gusto es un prisma cultural reflejado sobre el alimento.



wilderguerra@gmail.com


domingo, 2 de septiembre de 2012

La vajilla típica de la Guajira

Por: Weildler Guerra Curvelo

Si un visitante llegase a la península y preguntase ¿cuál es el plato típico de La Guajira? Habría que responderle con justicia que ante la dificultad de escoger un plato dentro de la extensa variedad de preparaciones de nuestra cocina local sería en extremo difícil para un nativo privilegiar una preparación sobre las demás.La Guajira es una despensa rica y abierta de sabores del Caribe. Las variadas cocinas de sus distintos grupos étnicos han permitido acumular marcadores, ingredientes, técnicas de conservación y preparación de alimentos desde tiempos prehispánicos, que se acrecientan durante los periodos colonial y republicano, abiertos a múltiples influencias de Venezuela, Europa y el Caribe insular.

Los estudios arqueológicos muestran lo importante que fueron algunos recursos naturales para la población prehispánica de la península. Peces obtenidos en las lagunas litorales, constituyen la mayor parte de los restos de fauna encontrados siguiéndole en importancia mamíferos, bivalvos, cangrejos, tortugas e iguanas. Las fuentes históricas de la primera mitad del siglo XVI se refieren a la península como una “tierra de mucha caza y pesquerías” en la que también abundaban el maíz, los ajíes y el cazabe según lo registra Alonso de Ojeda en1501. En una visita efectuada por un funcionario español a las haciendas de perlas en 1548 se documenta que el alimento dado a los indígenas buceadores era básicamente: pescado, panes de maíz, cazabe y carne de monte. Una arepa de maiz de ese entoncess debia pesar según las autoridades de las pesquerías como minimo una libra.

Los registros de las embarcaciones que fondeaban en Riohacha y las que apresaban las autoridades españolas por comerciar de manera ilícita ponen en evidencia un intenso comercio con las islas del Caribe,especialmente con Jamaica y Curazao, pero también con las posesiones de Francia. El 15 de enero de 1773 fondeaba en Riohacha la balandra de Don Ermenegildo Robles, proveniente de los cayos franceses, trayendo en sus bodegas: 41 barriles de harina, seis quesos, 20 cajas de aceite, 750 botellas de vino, 89 cajas de vino moscatel, 5 barriles de arroz, 8 barriles de aguardiente, 4 barriles de cebollas y seis jamones. El 28 de febrero la balandra María Luisa, que venía de Curazao, trajo a bordo: 11 barriles de harina, 5 de mantequilla, 2 de bacalao, dos cajas de vasos y un barril de arenques.

La comida indígena es históricamente el núcleo de la cocina guajira, que se enriquece posteriormente con las aportaciones hispánicas y africanas.El maíz es uno de los marcadores culinarios más importantes. Junto con la ahuyama y el frijol forma una triada fundamental en la cocina amerindia. Es la base de la preparación de bebidas refrescantes como la chicha y una amplia variedad de mazamorras, más de cinco variedades de arepas de maíz blanco, amarillo y morado, arepas de agua o de queso y bollos limpios o de maíz tierno.En el viejo Barrio Arriba de Riohacha, un lugar de la ciudad lleno de historias de pescadores y marineros, aún pueden conseguirse las arepuelas de huevo, únicas en el Caribe colombiano y diferentes a las arepas de huevo de otras partes de la costa por su masa delicadamente aliñada con anís y sus huevos batidos. Las arepuelas pueden ser sencillas de dulce o de sal y rellenas de salpicón de pescado. Con este cereal criollos e indígenas wayuu preparan una deliciosa polenta de maíz amarillo introducida por los navegantes de Aruba y Curazao denominada funche que suele acompañar a los guisos de carne o de pescado. La Guajira es el único territorio del Caribe colombiano en donde se come funche.

El ganado traído por los europeos en el siglo XVI enriqueció la dieta de la población peninsular con la introducción de reses, cabras, cerdos y ovejas.Siendo el departamento con el mayor número de caprinos y ovinos del país y con miles de indígenas wayuu dedicados al pastoreo, ninguna otra región del Caribe colombiano se aproxima en la variedad de preparaciones de carne de cabra a La Guajira. El juriche o fritura de diversos componentes de la cabra es una técnica,no un plato en particular, que puede incluir diversas modalidades y componentes del animal: sangre, carne, capas del estómago y vísceras. El chivo se prepara en inigualable sancocho y en exquisitos asados y guisos; todo se aprovecha del animal y ello incluye su cabeza, testículos y asaduras. Magistralmente abierta y secada al sol se obtiene la carne cecina que se hace en arroz, en sopa gruesa, en ajiaco, guisada, desmechada, asada y freída. Un fiambre de cabra empleado para abastecerse durante los viajes por el desierto es el tulujüushi que se prepara cociendo la carne en poca agua y luego secandola d al viento.

El arroz, tempranamente introducido a América, tiene un papel relevante en la cocina guajira pues se emplea en deliciosas y creativas combinaciones. Estos “arroces de liga”, como se les llama, incluyen arroz de chorizo, de cecina, de camarón, de pichipichi, de mero seco, de sierra frita, de tortuga, de caracol, de ostra perlífera, de maduro, de frijol y de ahuyama. En San Juan del Cesar es famoso el arroz de libro. Hay también arroces apastelados de cerdo, carne y pollo. En el litoral del norte de la Guajira los pescadores wayuu aun degustan el arroz de guarepo, un bivalvo marino conocido enel mundo hispano como pepitona.Siendo la Guajira una península con más de cuatrocientos kilómetros de costa, los alimentos del mar ocupan un amplio lugar en su recetario. Especies de mar abierto como meros, pargos, sierras, bonitos, jureles,coroncoros, peces loro, langostas, cazones, rayas, caracoles y langostinos, son muy apreciadas,al igual que las especies como el lebranche y la cachirra capturadas en las lagunas litorales y estuarios de Camarones, Müusichi, Carrizal y Bahía Honda. Los camarones, equivalentesa las ovejas del mar, una vez secados pueden prepararse en exquisito arroz o molidos. Diversos bivalvos se extraen del mar abierto, la arena o de las aguas someras como el pacho u ostra perlífera, pichipichi, guarepo o pepitona y almejas, para hacer arroces o son combinados con huevos para hacer un nutritivo e inigualable desayuno.

Los pescados se comen freídos, guisados, asados,hervidos, también desmenuzados y aderezados en formas de salpicón como el que se prepara con el cazón:(una variedad de tiburón tierno), y también con la raya, el bonito, el jurel, el mero y otros peces. Una fórmula emblemática de nuestra cocina es la de las sierras o pargos en escabeche que se hace con el pescado freído del día anterior y una vez aderezado con pimienta se rehidrata con diversos ingredientes vegetales y vinagre.Tiene la Guajira diversos marcadores culinarios que son esas predominancias gustativas, vinculaciones privilegiadas de alimentos y sabores presentes en diversos platos que signan culturalmente una cocina. Así, las preparaciones del pescado en escabeche llevan en armónica combinación vinagre y pimienta de olor; el chorizo criollo, comino y ajíes;las hallacas, vinagre y aceitunas; la pimienta de olor se halla en diversosguisos y en todo ajiaco.En Colombia, los ajiacos suelen asociarse con Bogotá, pero lo cierto es quetienen un extenso horizonte en América que va desde las Antillas hasta el sur del continente. El ajiaco deriva su nombre de las preparacionesdel Nuevo Mundo que empleaban en sus orígenes el ají como elemento común. Uno de los aspectos menos conocidos de la cocina criolla guajira es que presenta tres clases de ajiaco como son los de carne cecina con maduro, de tortuga y de maduro con frijol.

El sur de La Guajira, territorio de la llamada Provincia de Padilla, tiene también un variado recetario. En Fonseca hay una larga especialidad en la preparación de carne de monte que comprende entre otras: iguana, saíno o cerdo salvaje, guardatinaja y venado al igual que el conejo en coco. En San Juan del Cesar se considera propio el arroz de libro, la “asadurita”, el mondongo y el frijol dulce. En Urumita se prepara la “malangada” que combina la malanga, un tubérculo americano, con guiso de gallina criolla. En la fértil provincia tienen modalidades distintas de preparación de las arepas de queso que incluyen el asado de estas en hojas de almendro.

Finalmente, una gran variedad de dulces se encuentra en el territorioguajiro, algunos eran elaborados en Riohacha por damas de la élite representadas en el personaje garciamarquiano de Ursula Iguarán con su caramelitos de colores, mientras que otros, como las cocadas, eran considerados de carácter popular. Los dulces guajiros incluyen caramelos en formas de animales, alfajores, almojábanas,bizcochuelos, cartuchos de ajonjolí, dulces, bolas de tamarindo, huevitos de leche, merengues, mazapanes, cuques, queques, majaretes, panderos, pipiritos, pirulíes, quesadillas y tiratiras. Uno de nuestros pueblos, Monguí, es conocido principalmente por la elaboración de dulces y panelitas de leche, aunque en la cocina criolla también se preparan de ñame, maduro,coco, papaya, mango, grosella, maíz, hicaco, tomate y cereza, entre otrossabores.

La cocina guajira es un secreto bien guardado de la riqueza culinaria del país. Si un visitante llegase a la península y preguntase ¿cuál es el plato típico de La Guajira? podemos responderle: tenemos toda una vajilla típica.

La crisis de la gasolina en la frontera

 

 
El acceso al combustible se ha convertido en uno de los principales temas en la agenda de los ciudadanos y una nueva fuente de tareas para los gobiernos locales en zonas de frontera. El contrabando de gasolina en estas zonas nace de la abismal diferencia de precios de este elemento entre Colombia y Venezuela y la incapacidad del Gobierno de Colombia de controlar los 1229 kilómetros de línea fronteriza, 249 del departamento de La Guajira, 154 del Cesar, 421 de Norte de Santander y 396 de Arauca.

Alrededor de este comercio surgió la figura de los “pimpineros” : expendedores minoristas del combustible presentes en los caminos y andenes que van desde Maicao hasta Arauca. Algunos de estos “pimpineros” se han organizado en cooperativas para formalizar su actividad económica y entrar en acuerdos con el gobierno. Muchos de ellos, alegando el derecho al trabajo, buscan sinceramente formalizar su actividad. Sin embargo, es notorio también que en la sombra se encuentran grupos poderosos que operan por fuera de las leyes comerciales, dotados de un vasto poder económico y una extraordinaria capacidad de extracción, acaparamiento y coerción. Ellos pretenden regular el precio del combustible de acuerdo con sus inescrutables intereses.

En el caso de La Guajira solo el 30 % del combustible que proviene legalmente de Venezuela corresponde a gasolina pues el otro 70 % es ACPM. Durante la última década la mayoría de los ciudadanos se abastecía de los pimpineros que disponían de combustible introducido ilegalmente y, en consecuencia, ofrecían un precio menor que el de las estaciones de gasolina. Estas viendo disminuir sus clientes reorganizaron su mercado y empezaron a demandar más ACPM para un nuevo tipo de clientes. Debido a un mayor control de las autoridades venezolanas sobre el contrabando de extracción los “pimpineros” no disponen hoy de los volúmenes de combustible que manejaron en tiempos pasados. La crisis se disparó y los consumidores han vuelto a golpear las puertas de las estaciones de servicio que alegan no disponer de gasolina. No faltan ciudadanos suspicaces que consideran que algunas estaciones revenden el combustible a los “pímpineros” y que ello ha llevado a la espiral de precios que se vive actualmente en el departamento. Otros se preguntan ¿quién ampara a los vehículos cisternas que llenos de combustible marchan hacia el interior del país?


Los acuerdos entre ambos gobiernos establecen que el cupo autorizado para La Guajira es de 3.042.000 galones de combustible venezolano anuales pero solo ingresan efectivamente 2.000.000 de galones. Según Rosario Henríquez, directiva de Ayatawacoop la cooperativa indígena de los comerciantes de combustible, no es necesario exigir el aumento del cupo establecido pues bastaría que se suministrase por parte del hermano país el millón de galones restantes para superar la crisis. Otros ciudadanos proponen utilizar en kos automotores gas natural vehicular . A pesar de que el gas natural es un recurso abundante en La Guajira no hay en su territorio programas de conversión de vehículos ni estaciones que ofrezcan ese servicio que expandido al transporte público de pasajeros implicaría un gran ahorro para la nación y tendría impactos positivos en la calidad del aire. Una fórmula novedosa es la que lleva adelantada el alcalde de Cúcuta quien está alentando a la empresa estatal venezolana PDVSA para que adquiera unas veinte estaciones de servicio en la capital nortesantandereana. Con ello se amplíaría la oferta de empleos, se garantiza el suministro de combustible sin especulaciones ni acaparamientos y se le quita una fuente de extorsión y de financiamiento a las bandas criminales.

Quizás las tres propuestas no sean excluyentes y la salida definitiva a la crisis de la gasolina en las zonas de frontera este en su armónica y complementaria combinación.

wilderguerra@gmail.com




¿Se cierra la ventana del multiculturalismo?



Weildler Guerra Curvelo
Ha causado revuelo y opiniones apresuradas en algunos sectores del país el reciente fallo de la Corte Constitucional colombiana que definió un problema de linderos entre una base militar y el resguardo Barrancón del Pueblo Jiw situado en el departamento del Guaviare. Mediante el Auto 173 de 2012 se ordenó al Ministerio de Defensa devolver seis hectáreas de territorio indígena ocupadas sin realizar la necesaria consulta previa por la Escuela de Fuerzas Especiales e Infantería de Marina. En ningún momento la Corte dictaminó el desalojo del resto de las 250 hectáreas ocupadas por los miembros de las Fuerzas Armadas que no son propiedad colectiva de los indígenas. Su pronunciamiento se refirió específicamente a este resguardo y no a otros territorios indígenas en Colombia.
A pesar de lo previsible del fallo lo que sorprende es la reacción irreflexiva de algunos medios de comunicación y altos funcionarios ante este dictamen lo que evidencia el desconocimiento de los componentes más elementales del fuero indígena colombiano. Los resguardos tienen la condición de inalienables y en consecuencia las seis hectáreas irregularmente ocupadas no pueden ni cederse ni venderse a las Fuerzas Armadas como lo propuso una ilustre figura nacional. Pero ¿qué hay detrás de toda estas posturas hostiles a la aplicación de los derechos indígenas cada vez más frecuentes en los medios como entre los altos dignatarios del país?
Durante los dos siglos anteriores las elites criollas latinoamericanas pretendieron la asimilación e integración de los pueblos indígenas dentro de un estado nacional culturalmente homogéneo. En esta concepción un grupo nacional dominante consideraba el Estado como su propiedad exclusiva y lo utilizaba para promover  su cultura, su literatura, sus mitos, su identidad, su historia y su lengua como expresión única de la nacionalidad. Con la adopción de los principios del multiculturalismo liberal reflejados en la constitución de 1991 los miembros de otras agrupaciones humanas como los indígenas fueron considerados sujetos diferentes y diversos, dotados de singularidad propia, cuyos intereses eran dignos de tutela constitucional y amparables bajo la forma de derechos fundamentales. El reconocimiento de esa diversidad se entendió como la aceptación de formas distintas de vida social que implicaban sistemas de comprensión del mundo diferentes a los de la cultura occidental. A la vez ello no debería quedar limitado a un mero reconocimiento simbólico sino que debe ir acompañado de una redistribución material de poder y de recursos.
Todo ello parece estar retrocediendo en nuestro país en donde imperan nuevas formas de nacionalismo banal, oficial y mediático que no aceptan la existencia de otras formas de colombianidad. Durante los recientes sucesos del Cauca algunos medios nacionales presentaron los términos “indígena” y “colombiano” como si fuesen perfectos antónimos. Algunos protagonistas de nuestra vida pública con poder decisorio no ocultan su aversión al reconocimiento de todas las formas de autogobierno consagradas en la carta.    
En su libro Odiseas multiculturales Will Kymlicka cree que la ventana del multiculturalismo en algunas regiones del mundo ha empezado a  cerrarse cuando apenas comenzaba a abrirse. Lo grave de la situación, cree el pensador canadiense, es que hemos quedado ante un proceso imperfecto e inestable sometido a una gran presión desde diferentes sectores económicos y políticos que buscan la eliminación de estas importantes conquistas o su retroceso. De ser así las nuevas generaciones perderán la posibilidad de vivir en un futuro pluriverso y se verán reducidos a un estancado,  discriminatorio y empobrecedor universo.
 
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