domingo, 18 de octubre de 2015

La perspectiva indígena de la paz en Colombia

http://www.rcinet.ca/es/2015/10/18/la-perspectiva-indigena-de-la-paz-en-colombia/



Indígenas Wayuu
Crédito de la foto: iStockphoto

La perspectiva indígena de la paz en Colombia

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A la presentación del informe final del Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia, ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de Guerra y Dignidad, que se hizo recientemente en la Universidad de Toronto, fue invitado el antropólogo colombiano de la comunidad indígena Wayuu, del norte de Colombia,Wieldler Guerra Curvelo, para dictar una conferencia sobre la perspectiva indígena de la paz en Colombia.
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Su presentación llevaba como título “Una perspectiva Indígena de la Paz: su estética y ritual”. El antropólogo Wayuu afirma que los pueblos indígenas en Colombia son los más interesados en que el proceso de paz, actualmente en curso entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, sea un éxito. Para los indígenas colombianos, la salida negociada sería lo ideal para este conflicto histórico que ya pasó del medio siglo.




Mujeres indígenas Wayuu en Riohacha, Guajira, Colombia.
Mujeres indígenas Wayuu en Riohacha, Guajira, Colombia. © Pablo Gómez Barrios

Wieldler Guerra Curvelo afirma justamente, que los pueblos indígenas son anteriores a la República y que su larga trayectoria de conflictos en la época prehispánica, colonial y republicana hace que esa experiencia sea muy útil en el actual proceso de paz en Colombia.  Para los indígenas, el conflicto colombiano además de ser solucionado en términos de documentos, debe ser reafirmado de una forma ritual y estética.
“No basta con llegar a un acuerdo de programas, un acuerdo basado en el logos. La paz tienen también una dimensión emocional que es muy interesante desde lo ritual: que es verse los rostros nuevamente, como hacen los Wayuu cuando arreglan un conflicto. Ellos tienen un procedimiento llamado erraji-rrawa o volverse a mirar en las caras” Weildler Guerra Curvelo, antropólogo e investigador Wayuu.
Para el antropólogo Wayuu, los pueblos indígenas pueden contribuir con una visión muy importante, que es la estética de la paz. La paz debería mirarse como un collar. Si se crea como un sistema ordenado y armónico, la paz será placentera para ambas partes, en la que ambas son ganadores y donde no hay perdedores.
Pablo Gómez Barrios conversó con Weildler Guerra Curvelo

La estética y la ritualidad de la paz

La estética y la ritualidad de la paz

VIERNES, 16 DE OCTUBRE DE 2015

Weildler Guerra Curvelo

Colombia debería contemplar una poética de la reconciliación. Si el proceso de negociación en La Habana se torna irreversible el país debería  abrirse a una estética y una ritualidad de la paz que hasta ahora  no ha sido evidente ni en los diálogos entre las partes ni en el ánimo de los colombianos. A veces trabajamos con nuestros propios objetivos de manera que ignoramos o disminuimos las capacidades de nuestros oponentes para la agencia. Vemos a nuestros adversarios como menos que humanos o cómo demonios, como si no  hiciesen parte de la misma  comunidad nacional. Los conflictos se nutren y se degradan de esa reciproca deshumanización y demonización que lleva a diversos tipos de alienación moral.

El conflicto, no obstante,  está inmerso entre los seres vivos y no se limita a los humanos afirman los palabreros wayuu. No importa la actitud que tengamos hacia otros, ya seamos feroces como las serpientes, mansos como los pájaros o pequeños como las hormigas siempre habrá quien nos ataque .
En momentos cruciales un componente de la ritualidad de la paz es la propia solemnidad verbal y extraverbal que nos permite actuar con la consciencia de que vivimos un momento crucial de nuestro destino diferente a la cotidianidad. En esta podemos dar un lugar a las transacciones mezquinas de la vida diaria. En esas pequeñas contabilidades no hay lugar para lo trascendente ni lo sublime. Sin embargo los grupos humanos pueden encontrarse en un momento ante el inmenso auditorio de la historia y la memoria y allí no hay lugar para las pequeñas tiranías que impone la mezquindad.

Los pueblos indígenas pueden darnos lecciones de ello. Acostumbran las familias wayuu, una vez efectuado un acuerdo de paz,  realizar una reafirmación ritual de esta. A ello se le llama e'rirawaa que significa mirarse al rostro.  Sólo al realizarse el último pago puede considerarse que la fuente de la controversia entre ambos grupos familiares ha sido removida. Para reafirmar la paz  se hacen mutuos regalos y se toman juntos una copa de licor. Esto busca  desterrar  cualquier futura desconfianza y poder encontrarse sin prevenciones en los caminos. Por ello los indígenas asocian la paz con la libertad de andar por los caminos sin temor.

La paz también tiene una estética pues esta  se halla presente  como un principio rector en las extensas transacciones humanas. En consecuencia, la paz deberá ser tan armónica como un delicado collar y tejerse como una preciosa mochila. La cuenta más preciosa de ese collar es la verdad. Entender el sufrimiento del otro es para muchas sociedades un elemento central en la reconciliación y la reparación . Reconocer el sufrimiento causado y evidenciar sincero arrepentimiento, incluyendo una expresión de dolor, es un paso que puede ser tan o más significativo para las víctimas que la magnitud de la pena aplicada. Sin embargo, ello también implica la imposibilidad del olvido, la aplicación de justicia y la apropiación colectiva de ese pasado de inhumanidad para evitar su repetición.

 wilderguerra@gmail.com
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