Artesanos de Colombia
Weildler
Guerra Curvelo
¿Valora
Colombia a sus artesanos? En los últimos años gran parte de la percepción
positiva de Colombia en el exterior proviene de la alta acogida de sus
productos artesanales en escenarios diversos que van desde las ferias
de turismo hasta las más prestigiosas pasarelas en donde muestran sus
creaciones reconocidos diseñadores nacionales y extranjeros. Pero ¿quien se
acuerda de nuestros artesanos? Puesta hábilmente la aplicación o la leve
modificación estética que lleva la firma de la reputada diseñadora sobre el
producto artesanal su valor se multiplica
de manera geométrica. Mientras ello ocurre se borra el rostro y la creación de
la modesta artesana que cotidianamente elabora la preciada mochila vendida a un
precio irrisorio en el insensible mercado de los intermediarios.
La
idea de que el trabajo artesanal se basa en una mera repetición mecánica de
movimientos corporales pasivamente aprendidos esta muy lejos de la realidad. El
pensador norteamericano Richard Sennet sostiene en su obra El artesano (2008) que el término «Artesanía> designa un impulso
humano duradero y básico, el deseo de realizar bien una tarea. Ello abarca una
franja mucho más amplia que la correspondiente al trabajo manual especializado.
Todo buen artesano mantiene un
diálogo entre unas prácticas concretas y el pensamiento; este diálogo
evoluciona hasta convertirse en hábito. Para Sennet el saber
artesanal aporta argumentos que acreditan la fe del pragmatismo en la democracia.
Estas razones se fundamentan en
el hecho de que las capacidades a las
que recurren los seres humanos para desarrollar habilidades no están restringidas a una élite, sino
ampliamente distribuidas entre
los seres humanos.
Este año los colombianos tendrán en
sus manos dos obras que hacen un homenaje a nuestros artesanos. La primera de
ellas llamada Lenguaje
Creativo de Etnias Indígenas de Colombia de Cecilia Duque
fue recientemente publicada. El libro presenta cerca de 500 hermosas fotografías donde
se plasman la creatividad de 15 etnias colombianas. La
obra sugiere que el complejo conjunto de diseños y grafismos indígenas
parece constituirse en una propuesta de ordenación del universo realizada
mediante pigmentos, arena, agujas y tintes que son los vehículos que hacen
posible la visualización de las representaciones encerradas en la memoria de los
miembros de una agrupación humana.
La segunda de estas obras es una
reedición del exquisito empaque texto del artista e investigador cordobés Cristo Hoyos llamado Tambucos, ceretas y cafongos. Este precioso libro trata de los
objetos, utensilios, envoltorios y empaques creados por las gentes sencillas
del Bolívar Grande. La obra evidencia como esos artefactos son portadores de
una memoria inscrita en sus materiales, diseños y colores reflejando según el
autor una estética con variadas raíces “síntesis de la más diversa y compleja
condición humana”. El autor nos muestra que detrás de los elaborados
artefactos y las apetitosas viandas
recogidas en las imágenes y en el texto hay auténticos artistas de todos la
épocas, hombres y mujeres del campo: tejedores, moldeadores, cocineras,
talladores: seres sencillos llenos de destreza corporal, talento y creatividad.
Mientras termino esta columna miro
por mi ventana a las artesanas wayuu que con sus coloridas mochilas adornan la avenida 14 de mayo de
Riohacha. Al fondo el primigenio mar Caribe que el Rio Ranchería tiñe de un
color ocre ancestral. Luego, surge la pregunta ¿cual es el sentido de estos
hermosos objetos? La respuesta nos la aporta la pensadora judía Hanna Arendt: estabilizar
el mundo, pues el trabajo
y su producto artificial hecho por el hombre, concede una medida de
permanencia y
durabilidad a la futilidad de la vida mortal y al efímero carácter del tiempo
humano.