domingo, 11 de diciembre de 2011

Maicao, sitiada y sola ante el terror

La reciente explosión de un carro bomba en Maicao con saldo de tres víctimas mortales es la última de una serie de acciones violentas que deben llevar a las autoridades nacionales a adoptar medidas proporcionales a la gravedad de los hechos. La sensación extendida hoy entre los habitantes de la ciudad fronteriza es de profunda impotencia, soledad y miedo.Ni sus coterráneos guajiros ni sus connacionales parecen comprender el drama que vive esta población, cuya situación económica ya de por sí es alarmante. Esta ciudad parece ser una nueva pieza estratégica dentro de un escenario de transacciones económicas, bélicas y políticas en la que su suerte es negociada por poderosos actores.

Y no es que Maicao haya gozado en el pasado de una paz idílica. Entre el 2002 y el 2010 sus habitantes vivieron bajo la férrea ocupación paramilitar. Como consecuencia de ello, funcionarios públicos, indígenas, periodistas, comerciantes, vendedores de combustibles, educadores, campesinos y abogados fueron asesinados en un número que aún está por precisar y que hace parte de esas memorias no develadas del horror.

Según afirman muchos ciudadanos, el espacio dejado por las AUC fue suplido por guerrilleros de los frentes 59 y 41 de las Farc que controlan gran parte del área sur del municipio, en donde vuelan gasoductos, cobran cuotas a los transportadores de gasolina, exigen ganado a las comunidades indígenas y cierran un cerco implacable sobre Maicao. Adentro, en la zona urbana, la situación no es menos tranquilizante.
Se reportan reclutamientos, actividades de milicias y hasta patrullajes nocturnos. Los avisos de viviendas en arriendo han aumentado en la ciudad y una situación de desplazamiento tácito, no masivo, pero que se efectúa gota a gota de manera inexorable, empieza a crecer con el silencio como trasfondo.

No hace muchos días la Policía del paso fronterizo de Paraguachón fue atacada por un grupo importante de guerrilleros. La noticia fue registrada como un hecho menor, pese a que pudo dar motivo a un incidente de carácter internacional. ¿Cuáles hubiesen sido las repercusiones mediáticas y políticas si un hecho similar hubiese ocurrido en la frontera de Cúcuta o Ipiales?
Lo que ha marcado el paroxismo de la crueldad fue la explosión de un vehículo en la calle en donde se encuentra la estación de Policía local. ¿Qué buscaba esta acción terrorista? Las víctimas mortales fueron dos inocentes niños indígenas y un modesto vigilante.

Ha afirmado el sociólogo Jean Baudrillard que una acción terrorista no solo es la denegación de todas las instituciones de representación sino que implica otra denegación: la de toda determinación y toda cualidad puesto que apunta a una indistinción asesina que tiene entre sus víctimas preferentes al individuo anónimo e indiferenciado. Por su violencia ciega y anónima, sus autores tratan de encuadrarlas en una especie de democracia impersonal de la muerte buscando asemejarlas en sus resultados con las grandes catástrofes naturales.

Traer la paz a Maicao exige la enérgica voluntad del Estado colombiano y requerirá también de la sincera y eficaz cooperación de nuestro país vecino. Entretanto, las gentes de esta sufrida ciudad conforman hoy una especie de mayoría silenciosa compuesta por individuos que disimulan serlo, como una forma de protección y de preservar su identidad.Ellos recurren al silencio como un arma frente a un tipo de orden ilegítimo que los ha convertido en caricaturas de ciudadanos ejerciendo un poder violento que no es reconocido ni otorgado por esa mayoría.

Por Weildler Guerra C.
wilderguerra@gmail.com




jueves, 1 de diciembre de 2011


Tía Isis: la épica intima de un linaje (1924-2011)

“La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente”  (Francois Mauriac)

Aun no se han encontrado las llaves del emblemático y misterioso baúl que te acompañó por tantos tiempos y paisajes y ya han aparecido en tu alcoba muestras de como organizabas tus recuerdos. Fotografías de décadas distintas en blanco y negro donde aparecen hombres y mujeres vestidos con las modas de la mitad del siglo pasado, figuras patinadas por la humedad, el encierro y los años, algunas en colores en donde aparecíamos de niños mientras  nos mirabas con ternura. Imágenes guardadas con cuidadoso amor en tus muchas horas de soledad. Los lugares son familiarmente predecibles y marcan la ruta migratoria del matrilinaje: Carrizal, Uribia, Riohacha, Bogotá. Guiaste a los miembros de tu tribu huyendo del aislamiento y el ocaso material de los poblados del norte de la Guajira, dejando atrás la esterilidad dolorosa de las guerras, siguiendo siempre el camino que tuviera el rastro fresco de la esperanza. 
Pensamos que eras tan sólida como el cerro antiguo de Kamaichi, tan eterna como las tortugas de piedra de Pajara. Habías sobrevivido a una peste de tifo en 1948, al incendio de la casa familiar en Uribia en 1953, a un percance en el Caribe que te dejó varios días a la deriva en una embarcación en 1970. Viviste las tragedias familiares, la mutilación del ganado de tu abuela Conchita Uliana, la decadencia de la pesca de perlas, el hostigamiento de la policía conservadora en la capital de la Comisaria, un matrimonio breve y una viudez joven. Celebraste en octubre tus 87 años con el brío y la armonía de una abeja mielera. ¿Quién podía pensar que eras mortal?
Tenías un espíritu bizarro moldeado por el viento del nordeste,  el ardor y  la luminosidad de las salinas. Ese carácter de turpial cerrero, esa bondad de ángel malhumorado  fueron los que te ayudaron a abrirte paso en la Riohacha de los años sesenta y setenta. El contorno indígena de la ciudad rebosaba de asentamientos del clan Uliana, tu clan. No te fue difícil ser querida y aceptada por ellos. Habías heredado de tus mayores el ideario del liberalismo. Recordabas que durante la guerra de los mil días tu abuelo Ramón Pana suministraba en Carrizal fusiles traídos de las islas al ejército del General Uribe Uribe. Fuiste, sin desearlo, concejal de Riohacha por ese partido. Así te convertiste, junto con tía Josefa Iguarán Uliana , en una de las pioneras de las luchas de tu gente cuando aún no existía el movimiento indígena. ¿Quién se acuerda tía?
Te atraían las empresas llenas de dificultades. Ayudaste a crear las grandes compañías pesqueras de La Guajira: Mariscos del Caribe, Provimar y Café, Colexpesca. Con tu partida quizás se pierdan para siempre  la voz de Guillermo Iragorri o  el último  gesto de Humberto Schiappa. Eras capaz de atravesar las salinas de Sarampión y Ahuyama en un crudo invierno, podías pasar una noche en vela atascada en un arroyo o procesando la carga al pie del hostigante fuego. Algunos no te correspondieron. Como en la política descubriste que en los negocios también abundan el incumplimiento y la ingratitud.
Tía Isis, eras el espíritu práctico y enérgico que animaba y mantenía la unidad de todas tus hermanas: Iris, Isila. Ilba e Isela. Sin embargo, con tu hermana Isila constituiste un indisoluble binomio que lideró la marcha de una estirpe, que guió a los suyos a un lugar promisorio a través de los vericuetos de la geografía y del tiempo enfrentando peligros cambiantes en un universo gobernado cada vez más por extraños. Podías también dar a tus seres cercanos la más profunda ternura. Aunque fuésemos hombres maduros nos encaminabas en las noches hasta las esquinas oscuras para protegernos de cualquier peligro. ¿Quién  seguirá ahora con la vista nuestros pasos al alejarnos de la casa?
Eras como la gente agua de la mitología wiwa que sirve a todos menos a sí mismos.      
Es navidad. Suena la música de esta temporada que ahora lacera el alma.  ¿Como el mundo puede continuar sin ti? Borges ha dicho que todos los hombres nos sabemos inmortales aunque nos juzguemos contingentes y efímeros y por ello en las despedidas no debe haber énfasis. Sabemos que en la eternidad reanudaremos este antiguo dialogo. Quizás el cielo cristiano se parezca a las anchas estepas de Manuya’alu’u.  Entonces ya eres feliz.  
Esta es tu historia Isis Curvelo que también es la épica intima de un apüshii. Solo algo no podemos prometerte: el olvido.     
 

Por: Weildler Guerra Curvelo