Weildler Guerra
miércoles, 6 de julio de 2016
sábado, 5 de marzo de 2016
Mujeres mercado y peces
Mujeres, mercado y peces
Llega marzo y con este mes la celebración del día de la mujer que conmemora la lucha por su participación en pie de igualdad en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. En el heterogéneo universo femenino del Caribe pienso en las más humildes de todas: las vendedoras de pescado. Esas marchantas que ocupan por años un puesto en el mercado y, a veces, solo un lugar en la calle bajo un árbol en donde escasamente caben ellas y sus impávidos y coloridos pescados. Las transacciones entre estas mujeres y sus clientes están mediadas por distintos grados de confianza y por una estética singular.
En muchas comunidades de pescadores cercanas a los centros urbanos de La Guajira las mujeres desempeñan un papel muy activo en la comercialización del producto pesquero. Mientras que los hombres evisceran el pescado, sus mujeres lo descaman y lo preparan para la venta en los mercados locales y arman los peces plateros o pequeños en “ensartas” organizadas en especies y colores. La ensarta suele constar de un número variable de peces unidos a través de una cuerda. La de la mojarra suele tener entre cuatro y cinco pescados, la del pez llamado “bocacolorá” consta de siete pescados y una de las ensartas que más pescados tiene es la del ronco conformada por quince unidades. Hay ensartas blancas, amarillas, azules y rojas que corresponden a mojarras blancas o amarillas, peces loros y pargos rojos. Son armónicos collares de peces que nos muestran como la estética es también un principio rector en las extensas transacciones humanas.
La vida de los pescadores y sus mujeres en muchas partes del mundo está regida por la incertidumbre. La pesca implica permanecer largas horas en las embarcaciones en un ambiente típicamente masculino y lejos de casa, separados de sus familias. Frente a sus costas aparecen sin aviso flotas enteras de barcos pesqueros industriales que arrasan las redes y nasas de los pescadores artesanales. A ello hay que sumarle la inestabilidad del mercado por lo que una buena captura no siempre trae los beneficios económicos esperados. El mundo de la pesca corresponde a sus maridos y a ellas el del mercado. Con las utilidades del primero se compran los insumos para las faenas, la reparación del motor y las artes de pesca. Con las utilidades obtenidas por la mujer se adquieren los productos de consumo diario en el hogar.
Los mercados son espacios vitales dinámicos de contacto intercultural, que no están exentos de fricciones interétnicas. Estas situaciones nos permiten verificar el encuentro de diferentes percepciones del mundo entre mujeres de diferentes culturas. Una elegante ama de casa criolla manifestaba su indignación por el alto precio del pescado tratando de deshonesta a una vendedora indígena. Esta le preguntó sin inmutarse con quién había dormido la noche anterior. A lo cual, más ofendida aún, contestó la compradora: “¡Con mi legítimo esposo!”. Y luego la vendedora wayuu le dijo con serenidad “En cambio yo estuve sola porque mi marido estaba pescando. ¿Quién me paga entonces la soledad y el frío de mis noches?”
wilderguerra@gmail.com
�� Fotografía de Jorge Mario Múnera
domingo, 27 de diciembre de 2015
El regalo de Dorila
He recibido la visita de Dorila Echeto la más grande ceramista que existe entre los wayuu. Ha venido de su casa en la Guajira venezolana esta mujer sabia y sensible a hablarles a los niños indígenas de las posibilidades creativas de la cerámica, del carácter animado de este material y del respeto que nos merece. Nos ha dejado de regalo en esta navidad una muñeca de barro llamada wayunkeera que he puesto en el jardín. Ella me ha dicho que en el mismo momento en que creamos una figura esta empieza a ser una entidad dotada de espiritualidad, quizás, me atrevo a pensar, como el Adán del que nos habla la Biblia o el Golem al que se refiere Borges.
La forma que tiene Dorila de relacionarse con otros seres, que el pensamiento occidental considera inanimados, nos hace evocar el animismo. Los animistas son personas que reconocen que el mundo está lleno de personas, algunas de las cuales son humanas y otras no. Ellos consideran que la vida es siempre vivida en una compleja interrelación con otras formas vivientes y una buena persona es aquella que mantiene una relación respetuosa con otras personas en las que incluye a seres no humanos como plantas, animales, cerros, rocas, astros o vientos. Los pueblos indígenas de la Sierra Nevada, por ejemplo, no consideran a todas las piedras de los ríos como seres inanimados. Al cruzar el cauce de un rio ellos pueden hacer una lectura de la distribución de las piedras utilizando metáforas occidentales para hablar de algunas piedras capitanes, sargentos y cabos, según las jerarquías de estas en el agua y el grado de energía que les atribuyen. Los niños indígenas aprenden esto de sus mayores y lo ponen en práctica en su interrelación con el entorno. Luego cuando van a la escuela pierden las pruebas escolares cuando clasifican a las piedras entre los seres animados.
Las rocas son vistas usualmente como seres no sintientes. Cuando nos referimos a alguien insensible decimos que tiene el corazón tan duro como una roca. En este caso lo humano es contaminado y degradado por la roca que drena en el toda sensación y vitalidad, afirma Kellie Robinson en una estimulante disertación llamada Exemplary Rocks. En el medioevo se investía a algunas rocas de virtudes reconociéndoles capacidad de movimiento y acción. La magnetita era empleada para probar la fidelidad de las esposas. Se creía que las piedras de coral podrían hacer los campos más fértiles. Algunas eran clasificadas en masculinas y femeninas pues al ser unidas y friccionadas podían inflamarse y producir fuego. Esto servía de ejemplo para los clérigos y los monjes de los monasterios que debían evitar el contacto con las mujeres para no arder y caer en el pecado de la lujuria.
La conversación con Dorila y su singular regalo de navidad evoca la propuesta de Eduardo Kohn de emprender una antropología de la vida que reconozca que esta va más allá de lo biológico como convencionalmente se supone. Una vida que es más que cuerpos y que es cambiada también por las distintas formas en que los humanos vivimos
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sábado, 12 de diciembre de 2015
La reciente inclusión del vallenato en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco ha generado una cascada de publicaciones acerca de esta expresión musical colombiana y sobre el ámbito geográfico al que se haya asociada. La respetada agencia BBC Mundo afirmó que el origen del vallenato “podría rastrearse hacia más de un siglo atrás, a la provincia colombiana que se conocía como Magdalena Grande y que hoy está dividida en los departamentos de Bolívar, Atlántico y Magdalena”. En algunos medios nacionales se ha hecho alusión a la llamada Provincia de Padilla a la cual le dan ubicaciones contradictorias. Algunos la sitúan en los departamentos de Córdoba, Bolívar y Sucre y otros, menos desatinados, en el sur de La Guajira, en el norte del Cesar y el oriente del Magdalena. Sin la menor intención de entrar a postular una tesis sobre el complejo y heterogéneo origen de esta manifestación, en cuya creación intervienen tanto factores musicales como extra musicales, considero conveniente hacer algunas precisiones históricas y geográficas acerca del llamado Magdalena Grande como de la Provincia de Padilla.
En 1863 se creó el Estado Soberano del Magdalena el que, según la Geografía de Don José Ocampo de 1878, comprendía los departamentos de Santa Marta, PadilIa, con cabecera en Riohacha, Valledupar, cuya cabecera era esa misma ciudad y el Banco cuya cabecera era Aguachica. La jurisdicción de Valledupar abarcaba los pueblos de Chiriguaná, Valencia de Jesus, Chimichágua, La Paz y Porvenir. La de Padilla, además de su capital, comprendía las poblaciones de Camarones, DibulIa, Tomarrazón, Fonseca, Barrancas, San Juan del Cesar y Villanueva. Esta entidad, que corresponde a la antigua provincia o gobernación de Riohacha,tomó su nombre en la república del general José Padilla Lopez, exsenador y libertador durante la independencia de gran parte del Caribe colombiano. Es en este mismo territorio en donde ocurre el llamado Registro de Padilla en 1904 en el que mediante un inocultable fraude electoral Rafael Reyes obtiene la presidencia de Colombia venciendo mediante esta maniobra ilícita al general cartagenero Joaquín F Velez.
Cuando hoy empleamos el término Magdalena Grande comúnmente nos referimos al territorio que hoy comprenden los departamentos del Magdalena, el Cesar y La Guajira. Cuando aludimos a la Provincia de Padilla nos referimos a Riohacha y a las poblaciones del sur de La Guajira. El propio García Márquez, cuya progenitora era de Barrancas y sus abuelos maternos eran riohacheros, relata la añoranza de su ancestros por esta comarca: “Estaban en Cataca pero seguían viviendo en la provincia de Padilla, que todavía llamamos la Provincia, sin más datos, como si no hubiera otra en todo el mundo” .Es en esta misma provincia en donde nacen las figuras de Francisco Moscote Guerra, Fruto Peñaranda, Santander Martínez, Luis Pitre, Luis Enrique Martínez, Emiliano Zuleta Baquero, Bolañito, Leandro Díaz, Colacho Mendoza, Poncho y Emiliano Zuleta y Diomedes Díaz entre muchos otros.
De allí provienen también nuevas figuras del vallenato pues las manifestaciones musicales son cambiantes y responden a los retos y estéticas que le plantean los nuevos tiempos. Su salvaguarda debe hacerse preservándoles su capacidad creadora para que esta se mantenga en el tiempo como una expresión viva y no como una bella figura embalsamada . No olvidemos que los rebeldes de hoy, como lo fue Alfredo Gutiérrez en su tiempo, pueden ser el canon musical del mañana.
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Charfi y Bidar: dos miradas al Islam
Después de las brutales matanzas ocurridas en París Francia se ha visto obligada a la derogación temporal de algunos derechos humanos no fundamentales incluidos en la Convención Europea en esta materia. Ello conlleva la ampliación de los poderes policiales y un recorte transitorio de libertades en favor de la seguridad ante la real amenaza que representa el Estado Islámico. Sin embargo, parte importante de esta batalla contra organizaciones armadas como Al-Qaeda, Jabhat Al-Nosra y Daesh puede provenir del propio pensamiento musulmán constantemente afectado por su despiadada violencia.
Es por ello que voces como las del académico tunecino Mohamed Carfi adquieren tanta importancia para entender el surgimiento de estos grupos. En su obra Islam y libertad: el malentendido histórico (2001) Carfi defiende un Islam liberal y de concordia. El mismo que dio origen a una gran civilización en donde distintas comunidades religiosas pudieron cooperar durante siglos de manera armoniosa y fructífera. Todas las religiones se transforman en el tiempo, según este pensador, un ejemplo de ello es el cristianismo actual que poco tiene ver con el que impulsó las cruzadas, creó los tribunales de Inquisición y juzgó a Galileo por sus ideas sobre el universo.
El islam no es una política, es una religión popular y tranquila: en el sentido en que es una respuesta humana a la lacerante cuestión de la vida y la muerte y un medio para calmar la angustia de la existencia. Dios inspiró a Mahoma un mensaje de amor de fraternidad y de paz Este hombre fue perseguido por los suyos y se defendió. Salvo esta defensa su mensaje es un mensaje de paz y de concordia. La mayoría de los gobernantes árabes laicos han adoptado, según él, una modernidad vacilante, asociada al autoritarismo e insuficiente por falta de democracia. La confusión del derecho con la Sharia o ley islámica ha llevado a una petrificación jurídica y jurisprudencial, política y cultural del mundo musulmán a partir de su rigurosa observancia.
El filósofo Abdennour Bidar en su Carta abierta al mundo musulmán se pregunta porque ese monstruo innoble llamado Isis robó la cara del Islam y no otra para justificar sus depravadas acciones. Le reprocha al islam la negativa en reconocer que este monstruo nació de su vientre, de su descuartizamiento entre pasado y presente, de su incapacidad de encontrar su sitio en la civilización humana. Bidar señala la impotencia del mundo musulmán en construir democracias sostenibles en las cuales sea reconocido el derecho fundamental a la libertad de conciencia frente a los dogmas de la religión y se garantice a las mujeres su derecho a la igualdad. El percibe en las comunidades musulmanas del mundo conciencias fuertes y libres pero condenadas a vivir su libertad sin reconocimiento y sometidas a los riesgos y peligros frente al control comunitario y a la policía religiosa. Finalmente, el reafirma su fe en islam diciendo “Islam soy uno de tus hijos. Creo en ti, en tu contribución para hacer de este planeta un lugar más humano y a la vez más espiritual! Salâm, que la paz sea sobre ti”
domingo, 15 de noviembre de 2015
No siempre el mal es banal. Detrás de un monstruo aparente puede haber un monstruo real. Cuando la filósofa judía Hanna Arendt vio a Adolf Eichmann en Jerusalén se sorprendió de la vulgaridad de este, de su inocultable mediocridad que le facilitó llevar, sin el menor remordimiento, a la muerte a millones de seres humanos durante la Segunda Guerra Mundial. En nuestro conflicto colombiano se encuentran algunas tristes figuras que ordenaron la muerte de miles de personas y, en muchos casos, participaron directamente en su tortura y ejecución. Uno de ellos fue Rodrigo Tovar Pupo, quien creció y convivió entre las familias más respetables de Valledupar, su ciudad natal, y luego ordenó sin piedad la tortura y la muerte de sindicalistas, obreros, campesinos, policías, mujeres indígenas, funcionarios judiciales, profesores universitarios y empresarios, algunos de los cuales habían sido sus vecinos y amigos.
Si queremos tener una idea de la gravedad de las acciones de este individuo solo debemos saber que el número de sus víctimas es aproximadamente el mismo de las personas sacrificadas en la masacre de Sebrenica, unos 8000 bosnios, perpetrada en 1995 por el ejército serbio. Pocos paramilitares tuvieron tanto poder en Colombia. Cuarenta actuó en la práctica como el último virrey colonial en el Caribe colombiano. Algunos de los gobernadores del llamado Magdalena Grande se comportaban notoriamente como sus subordinados. Tenía durante esos años el principal organismo de seguridad del país a su total disposición y comandó un ejército privado compuesto por miles de hombres. Su poder empezaba en sur del Cesar y se extendía por todo el Magdalena y La Guajira, continuaba hasta Barranquilla y aún se expandía a algunos sectores de Sucre. Mientras algunos de sus compañeros de armas acampaban en Ralito el siguió segando vidas y extorsionando comerciantes hasta el final de ese cuestionado proceso. Las masacres de El Salado y Bahía .Portete esta asociadas a su nombre
Cuarenta dio auge al término “pelar” como sinónimo de matar. Contaba el familiar de un secuestrado, al oírle hablar por radio en su campamento, que daba instrucciones a sus hombres en todo su imperio y repetía incansablemente esa sombría expresión. Ello significaba la muerte diaria de decenas de personas. Hoy se considera un hombre traicionado por las élites económicas y políticas de Colombia. Está convencido de que el país se halla en deuda con el por haberlo salvado de la amenaza comunista aunque entre sus victimas se encuentran decenas de comerciantes que creían en los derechos de propiedad y en la libertad de mercado. Se considera un héroe. Confunde el genocidio de mujeres y niños indefensos con supuestas batallas heroicas que solo ocurrieron en su tortuosa imaginación. Jamás ha colaborado con la justicia colombiana, jamás ha sentido arrepentimiento por sus atrocidades, jamás ha pedido perdón. Saldrá libre en cinco años.
Rodrigo Tovar no es un hombre dócil como lo fue Eichmann. Es un hombre soberbio que en varias oportunidades desconoció ordenes de sus superiores, dotado con capacidad de iniciativa, imaginativo en la crueldad, un ser inteligente y atormentado que encontró en un conflicto descarrilado el espacio propicio para su depravada creatividad. Él no puede alegar ausencia de pensamiento y capacidad reflexiva. Él ha experimentado la angustia que nos lleva a hacer un balance de nuestra vida y nos permite decidir cómo ésta debe ser vivida. ¿Quién es Jorge Cuarenta? nos preguntamos. Responderemos como Juan Rulfo diciendo “es un rencor vivo” .
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miércoles, 11 de noviembre de 2015
La cocina importa: cocina con identidad
En buena hora se realizan en Colombia dos eventos que buscan fomentar la investigación, la valoración y la salvaguarda de las cocinas tradicionales. En Cali acaba de culminar el primer Encuentro de Cocineros Tradicionales, realizado por el grupo de Investigación: “Fogones y Comunidades” y en Riohacha se inicia el tres de noviembre La cocina importa, un evento que busca estimular la reflexión sobre el valor patrimonial de la cocina guajira y del Caribe. Es de verdad crucial que las cocinas tradicionales colombianas sean estudiadas y promovidas porque actualmente existe un conjunto de factores críticos como: la desconexión entre productos alimenticios y el territorio, el deterioro ambiental y el auge de la comida rápida que ponen en riesgo este patrimonio nacional. Sin embargo, una de las amenazas más extendidas es la poca valoración que se tiene entre los propios colombianos de la cocina tradicional.
Las cocinas tradicionales están vivas en las plazas de mercado, hogares y puestos de cocina. Allí en la mesa familiar o en el mesón popular puede degustarse con sencillez y amplitud. El amplio recetario de las distintas regiones del país refleja su historicidad y heterogeneidad. No obstante, ella está ausente en gran parte de las cartas de los restaurantes del país y parecería que existiese un sentimiento de vergüenza hacia las preparaciones locales. Cuando en una de las telenovelas colombianas se quiere asociar a un personaje con la idea de rusticidad se le pone a comer platos tradicionales de amplia arraigo en sectores rurales o urbanos del país. De esta forma se estigmatiza a un amplio sector de la población y se menosprecian unos conocimientos que comprenden, para dar un ejemplo, el arte de cortar carnes, vegetales o pescados, así como los saberes acercas de las taxonomías y ontologías de ciertas preparaciones que en muchos casos tienen un amplio arraigo en la tradición prehispánica o colonial.
Algunos de nuestros restaurantes tienen una carta monótona. Hace solo unas semanas se quejaba una amiga del interior del país del limitado margen de escogencia que tenía para tomar sus desayunos en el hotel del Caribe en donde se alojaba. Durante las mañanas esperaba del mesero la temida y rutinaria pregunta ¿americano o continental? Irónicamente este establecimiento hotelero se encuentra situado en la península de La Guajira una región caracterizada por un extenso recetario cargado de historia y de símbolos. Recordé los variados desayunos de mi madre que añoraba los huevos revueltos con ostra perlífera de su infancia: huevos con diversos bivalvos como la almeja o el chipichipi, camarón molido con arepa, escabeche de sierra o de pargo, salpicón de diversos pescados, arepuelas de huevo aderezadas con anís, mero guisado, carne cecina desmechada, calentado de arroz de camarón con huevos revueltos, arepas de maíz morado con queso, entre muchas otras preparaciones que de ser adoptadas hubiesen sido un viaje exploratorio para mi amiga visitante a través de sabores que se asentarían gratamente en su memoria.
Debemos valorar nuestras cocinas pues, como dijera el antropólogo Sidney Mintz, estas son reconocidas cuando cuentan con una comunidad que prepare los platos, los coma, opine sobre ellos y sostenga diálogos provechosos en torno a estas opiniones.
wilderguerra@gmail.com
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